Imagen y Palabra: Nieva en Madrid

“La nieve, la nieve en las manos

y el alma.

Tan puro el ardor en lo blanco,

tan puro sin llamas”.

Jorge Guillén. “La nieve”

La imagen

Pensaba yo en la imagen que ilustraría mi próxima entrega, y de repente, la imagen vino a mi a través de los ventanales del salón. Se cumplía la predicción de los gurús del tiempo. Volvía a nevar en Madrid. Aquí, en el centro de la gran ciudad, los copos empezaban a caer, al principio finitos y casi tímidos, como si pidieran permiso para irrumpir entre los edificios y posarse sobre las calles asfaltadas. Luego, ya mucho más envalentonados, fueron tomando una forma más rotunda y, empujados por el viento, cayeron sin parar durante algunas horas. Un árbol cercano mostraba impúdico sus ramas desnudas hasta hacía apenas unos minutos. La nieve vino a vestirle con una delicada capa blanca, que daba luz a su oscura madera de invierno. Acurrucada en un sillón bajo una cálida manta, dejé la mirada vagar por los torbellinos de los copos y vi cómo por unas horas la cotidianidad de la urbe tomaba tintes de cuento de hadas. Los gurús dicen que mañana volverán los copos. ¡Qué ilusión poder perderme de nuevo en sus movimientos casi ingrávidos desde el otro lado del cristal!

La palabra

“La nieve” es un poema escrito por Jorge Guillén (1893-1984), poeta y crítico literario de la Generación del 27. En su poemario “Cántico”, Guillén transmite la alegría de ser, de las realidades, de los paisajes, de las estaciones. Celebra el valor del instante, aislado momentáneamente del transcurrir del tiempo. Ha nevado. La nieve es luz: “Que alumbre de día y de noche la nieve, / la nieve más clara”. La nieve es limpia: “Tan puro el ardor en lo blanco, / Tan puro, sin llama.” Nieve, luz, claridad, pureza, que viene a envolverlo todo. “Enero se alumbra con nieve, si verde, si blanca.” Este año nuestro ha empezado nevado. Dice el refrán popular: “Año de nieves, año de bienes”. Y ese es mi deseo para vosotros, ese es mi deseo para ti que me lees. Que así sea.