De camino al Monasterio de Yuste
La Comarca de la Vera y el pueblo de Cuacos de Yuste están íntimamente ligados a los últimos años de vida del emperador Carlos I de España y V de Alemania. Tras abdicar en su hijo Felipe II y sintiéndose agotado y enfermo, Carlos V tomó la decisión de trasladarse a climas más templados. Mandó construir una casa-palacio junto al Monasterio de San Jerónimo de Yuste, en el norte de la provincia de Cáceres, para llevar allí una vida de retiro.
Son apenas 2 km de carretera los que separan a Cuacos del Monasterio de San Jerónimo. Pero en ese corto trayecto hay un inesperado lugar que vale la pena visitar y del que quiero hablar aquí, por sorprendente y por sobrecogedor. Se trata del Cementerio de los Alemanes de Cuacos de Yuste, un pequeño camposanto donde reposan soldados alemanes que perdieron la vida en territorio español.
Caídos de las guerras mundiales
Un sencillo murete de piedra separa el Cementerio de los Alemanes de la carretera. En él se puede ver un rótulo de mármol que dice lo siguiente:
"DEUTSCHER SOLDATEN FRIEDHOF - CUACOS DE YUSTE - CEMENTERIO MILITAR ALEMÁN"
Una puertecilla abierta en el muro da acceso al recinto. Nada más entrar se pueden ver a la derecha, en un plano de terreno más bajo, hileras de cruces grises, todas iguales entre ellas.
Por un corto camino se llega al atrio, una pequeña estructura abierta que sigue la arquitectura de la comarca, con cubierta de teja y pilotes de sujeción. Por las escaleras del atrio se desciende hasta el pequeño camposanto.
Una placa explica que allí descansan 180 soldados procedentes de Alemania. De ellos, 26 perdieron la vida en la Primera Guerra Mundial y 154 en la Segunda. Todos ellos pertenecieron a tripulaciones de aviones caídos sobre nuestro suelo o de barcos y submarinos que naufragaron o fueron hundidos en nuestras costas.
Algunos soldados, gravemente heridos, pudieron ser trasladados a nuestros hospitales, donde finalmente murieron. La última frase de la placa dice así: «Recordad a los muertos con profundo respeto y humildad».
Cerca de la tumba del Emperador
Las tumbas de los soldados estuvieron repartidas por diferentes localidades españolas. Pero entre 1980 y 1986, la Organización Alemana para la Conservación de Cementerios de los Caídos de Guerra – Volksbund Deutsche Kriegsgräberfürsorge (VDK) -, fundada en 1919, trabajó para reunirlas en un único lugar.
El emplazamiento elegido para el Cementerio de los Alemanes fue Cuacos de Yuste. No en vano muy cerca de allí, a apenas a unos centenares de metros, murió el Emperador Carlos V, cabeza del Sacro Imperio Romano Germánico. Su vida se apagó un 21 de septiembre de 1558 junto al Monasterio de San Jerónimo. Casi 425 años después, el 1 junio de 1983, se inauguró con un acto conmemorativo hispano-alemán este pequeño cementerio militar, como un lugar de respeto y homenaje a los soldados muertos.
Juventud truncada
Rudolf Range, Heinz Hesse, Lothar Kloos… En cada cruz de granito gris se lee el nombre de un soldado caído. Bajo el nombre, aparecen las fechas de nacimiento y muerte y, a veces, el rango militar. En alguna cruz sólo figura con certeza la fecha en la que el soldado murió.
En otros casos, pocos, fue imposible averiguar la identidad del caído y en la cruz se lee simplemente: «Ein Unbekante Deutsche Soldat» (un soldado alemán desconocido), sin nombre, sin fechas y sin rango. ¿Quién sería este combatiente que duerme para siempre en este lugar, tan lejos de casa, tan al sur?
Estas fechas grabadas en las lápidas nos dan idea de la extrema juventud de los soldados que yacen aquí. La inmensa mayoría de ellos apenas había cumplido una veintena de años al perder la vida. El corazón se encoge al pensar en tantas ilusiones rotas, en los muchos sueños de vida que quedaron por cumplir.
Aquí, en el Cementerio de los Alemanes de Cuacos de Yuste, duermen estos jóvenes para siempre, en el campo extremeño, rodeados de robles y castaños. ¿Quién se acordará hoy de ellos? No podrán ser sus hijos o los hijos de unos hijos que no llegaron a engendrar. En una tumba, sólo en una de ellas, alguien ha dejado unas flores.
Estamos a finales de invierno y las ramas aún desnudas de los árboles que crecen junto a la carretera dan cierta sensación de desolación. Pero hoy luce el sol: sus rayos reconfortan y dan calor. Alimentan las hojas de los olivos, símbolos de paz, que custodian este tranquilo camposanto. La primavera acecha y algunas pequeñas flores silvestres han florecido junto a las cruces de piedra gris.
La mañana avanza y es hora de seguir ruta hacia el Monasterio de Yuste. Aquí quedarán durmiendo para siempre los jóvenes soldados, al amparo de los picos de la Sierra de Gredos. Por lo que representan, porque su triste destino se repite hoy en otros lugares, les recordaremos. Con el alma entristecida, con profundo respeto y humildad.
Cementerio de Soldados Alemanes 📍Carretera EX-391, 10430 Cuacos de Yuste, Cáceres (a 1,6 km del pueblo de Cuacos y a 650 m del Monasterio de San Jerónimo de Yuste) 📞+34927172058 🕑 Abierto 24 h € Entrada gratuita
Hemos visitado el cementerio de los alemanes y lo has descrito con mucha delicadeza esa paz que se respira en este lugar entre olivos. Nos alegramos que hayan tenido este respeto hacia estos soldados muertos tan jóvenes. Nosotros también vimos esas flores en una de las tumbas, ponía el nombre de Marta. Nos hubiera gustado conocer más de esa persona que lleva flores a la tumba de Hans Moeller, hemos investigado que el viajaba como radiotelegrafista…Una historia para una novela.
Muchas gracias a las tres por pasar por el blog y por dejar vuestro comentario. Comparto vuestras sensaciones al visitar este lugar tan sensible. Y es una historia de novela, sí. Por favor, avisadme si descubrís algo más. Un abrazo viajero y volved por aquí siempre que queráis.
He visitado el Cementerio de los Alemanes y se me ha sobrecogido el corazón, al comprobar que la mayoría de los soldados enterrados, no cumplía más de 20 años. Descansen en paz.
Hola, sí, es completamente desolador ver lo jóvenes que eran esos soldados y lo lejos que quedaron enterrados de sus lugares de nacimiento. Muchas gracias por pasar por el blog. ¡Vuelve siempre que quieras! Un abrazo viajero.