Un nuevo icono arquitectónico
En plena zona financiera neoyorquina, muy cerca del lugar donde una vez se alzaron las Torres Gemelas, se levanta desde hace unos pocos años una especie de gran pájaro blanco de vidrio y acero con las alas extendidas. Se trata de Oculus, el proyecto del arquitecto e ingeniero español Santiago Calatrava para remplazar el intercambiador de transportes que quedó destruido en 2011 por los atentados de la Zona Cero.
Oculus es ojo en latín. ¿Representa entonces esta estructura a un gran ojo de forma ovoide adornado de largas pestañas? Pudiera ser también, aunque cada cuál le atribuye una semejanza según su imaginación: un ojo, un ave, una esqueleto óseo, un gran insecto blanco. Gusta o no gusta, pero la estructura no deja indiferente a nadie. Oculus contrasta marcadamente con su entorno. Su forma ovoide y su color claro destacan en un bosque de rascacielos cuadrangulares de fachada azulada u oscura.
Un intercambiador de transportes contemporáneo
Funcionalmente, Oculus alberga al World Trade Center Station, un gran intercambiador de transportes, que conecta a varias líneas de cercanías de New Jersey con el metro de Nueva York. Hace también las veces de centro comercial, ya que en su interior se encuentran dos niveles con numerosas tiendas. Por otra parte, el edificio está conectado por un pasaje subterráneo con el cercano centro comercial Brookfield Place, que a su vez se abre sobre una pequeña marina a orillas del río Hudson.
Blanco, líneas puras y luminosidad
La estructura se caracteriza por un trazado sinuoso, pero de líneas nítidas y depuradas. Además, algo que llama inmediatamente la atención de Oculus es el color blanco uniforme que lo caracteriza. Es blanco por fuera y también es blanco por dentro. Esa pureza y uniformidad de color confiere un toque limpio, nítido a la vez que futurista. Se dice que habrán de gastarse muchos litros de pintura para poder mantener las cubiertas intactas frente a la contaminación y el salitre.
En el interior, el blanco también aporta amplitud y una gran luminosidad al amplio vestíbulo principal a pesar de hallarse este semisoterrado. Esta claridad se consigue también gracias al acristalamiento de la parte superior del vestíbulo por donde se cuela abundantemente la luz natural del exterior.
Un ave fénix contemporánea
Inaugurado oficialmente en 2016, Oculus se hizo esperar rodeado de polémica. Abrió al público con nueve años de retraso y su coste final duplicó al presupuesto inicialmente previsto. Pero hoy este gran pájaro blanco está ya bien asentado en plena zona financiera de Manhattan, a muy poca distancia del Memorial 9/11 que conmemora la gran tragedia que destruyó este área del sur de Nueva York. Santiago Calatrava ha dicho en alguna entrevista que Oculus representa la vida. Quizás Oculus sea una suerte de ave fénix contemporánea o una paloma blanca de la paz, que, renovada y anhelante de futuro, ha sabido renacer de los escombros y del dolor.
Saber más:
- Además de Oculus, Calatrava proyecta en la misma zona la construcción de la iglesia ortodoxa de San Nicolás inspirada en Hagia Sophia de Estambul. La iglesia original fue destruida en los atentados de la Zona Cero.
- Desde Oculus pueden visitarse otros lugares de interés que se encuentran a muy poca distancia andando: el Memorial 9/11, incluido en el New York City Pass, la torre y el mirador del One World Trade Center, la capilla histórica de San Pablo, levantada en 1766, la Trinity Church o la famosa Wall Street.
World Trade Center Station 📍 New York, NY 10007, Estados Unidos Ⓜ️ Es fácil llegar en metro hasta Oculus, ya que está conectado directamente con otras zonas de Nueva York por las líneas roja ①, amarilla Ⓡ Ⓦ y verde ④⑤.
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